REGISTRO DE YOGA

Sri Aurobindo

 

LOS SIETE CHATUSTHAYA

Investigación y prácticas sobre el modelo seguido por Sri Aurobindo para su realización en su Registro de Yoga

 

 

Estudio Chatusthaya segundo: SRADDHA

 

2.4 SRADDHA

Shaktyam Bhagawati cha, iti sraddha.

Ha de haber fe en el amor y la sabiduría de Dios realizándose a través de nosotros, realizando el Yogasiddhi, llevando a cabo nuestro trabajo, produciendo todo para nuestro bien, incluso cuando se halla velado por el mal; y tiene que haber fe en el poder de la Shakti manifestada por Él en este adhára para sostener, exteriorizar y llevar a cabo el conocimiento, el poder y el gozo divino en el Yoga y en la vida. Sin sraddha (fe) no hay shakti; una sraddha imperfecta implica una shakti imperfecta. La imperfección puede hallarse en la fuerza de la fe o en su iluminación. Al comienzo basta con tener una fe completa, pues no podemos gozar de una total iluminación desde el principio del Yoga. De este modo, aunque nos equivoquemos y tropecemos, la fuerza de nuestra fe nos sostendrá. Cuando no podamos ver, sabremos que Dios sostiene la luz, imponiéndonos el error como un paso hacia el conocimiento, del mismo modo que nos impone el fracaso como un paso hacia la victoria.

 

 

 

APLICACIONES DE LA FE EN EL CAMINO HACIA LA LUZ

 

- Fe en que todos los pasos del Yoga, sus pujas, sufrimientos, fracasos, triunfos, satisfacciones, victorias, son útiles y necesarios (a)

 

- Fe en la presencia y poder de la Divinidad en nosotros y en el mundo (b)

 

- Fe en que todo en el mundo es el accionar de Ishwara-Shakti, dependencia de la Divinidad, autosumisión a la Divinidad (c)

 

- La fe del corazón y la mente vital, como la de la inteligencia, deben ser capaces de constante corrección, ampliación y transformación (d)

 

 

 

 

Fragmentos de

Síntesis del Yoga, Libro III, Capítulo XVIII - LA FE Y SHAKTI

 

(a)

Nuestra fe debe morar primero en la verdad y principios esenciales del Yoga, y hasta si esto está oscurecido en el intelecto, abatido en el corazón, agotado y exhausto por constante negación y fracaso en el deseo de la mente vital, en lo más recóndito del alma debe haber algo que se apegue y retorne a ello, de otro modo quedamos fuera del sendero y lo abandonamos por debilidad e incapacidad para soportar una temporaria derrota, contrariedad, dificultad y peligro.

 

 

 

(b)

La fe que se nos reclama en su principio y en su constante aplicación particular equivale a un asentimiento vasto, siempre creciente y constantemente más puro, pleno y vigoroso de todo el ser y de todas sus partes hacia la presencia y guía de Dios y Shakti.

...

El sadhaka ha de tener presente, en la mayor medida posible, que su fortaleza no le pertenece según el sentido egoísta sino que es la de la Shakti divina y universal, y utilizarla egoístamente debe ser causa de limitación y, al fin, un obstáculo. El poder de la Shakti divina y universal que está detrás de nuestra aspiración es ilimitable, y cuando se lo convoca correctamente no puede fallar en volcarse dentro de nosotros, eliminando cualquier incapacidad y obstáculo. ... Y detrás de ella está el Ishwara y la fe en él es lo más central de la sraddhá del Yoga integral. Debemos tener esta fe y desarrollar hasta la perfección que todas las cosas son el accionar, bajo condiciones universales, de un supremo autoconocimiento y sabiduría, que nada de lo que se hace en nosotros o en torno de nosotros es en vano o sin su lugar señalado ni su justa significación...

 

 

 

(c)

Hay una clase de fe en Dios y Shakti, fe en la presencia y poder de la Divinidad en nosotros y en el mundo, fe en que todo en el mundo es el accionar de la única Shakti divina, fe en que todos los pasos del Yoga, sus pujas y sufrimiento y fracasos al igual que sus triunfos, satisfacciones y victorias son utilidades y necesidades de su accionar y que mediante una firme y fuerte dependencia de la Divinidad y su Shakti en nosotros y una total autosumisión a éstos poderes alcanzan la unidad, libertad, victoria y perfección.

...

El que busca el Yoga integral no ha de apegarse a los lugares de descanso del camino en las casas intermedias; no puede estar satisfecho hasta que haya dispuesto todas las grandes bases duraderas de su perfección, proyectándose dentro de sus vastas y libres infinitudes, e incluso allí ha de colmarse constantemente con más experiencias del Infinito. Su progreso es un ascenso de un nivel tras otro y en cada nueva cima introduce otras vistas y revelaciones de lo mucho que queda aun por hacer, bhuri kartvam, hasta que la divina Shakti asume al fin todo su esfuerzo y él sólo tiene que asentir y participar gustosamente mediante una consentidora unidad dentro del luminoso accionar de aquélla. Lo que lo sostendrá a través de estos cambios, luchas y transformaciones que de otro modo podrían descorazonarlo y frustrarlo -pues el intelecto, la vida y la emoción siempre se aferran demasiado a las cosas, se ajustan a certidumbres prematuras y tienden a afligirse y ser renuentes cuando se los fuerza a abandonar aquello sobre lo cual reposaban-, es una fe firme en la Shakti que está trabajando y una confianza en la guía del Amo del Yoga cuya sabiduría no tiene prisa y cuyos pasos, a través de todos los desconciertos de la mente son seguros, justos y sensatos, porque se fundan en una transacción perfectamente abarcante entablada con las necesidades de nuestra naturaleza.

...

La fe en la Shakti divina debe respaldar siempre nuestra fortaleza y cuando aquélla se manifiesta, debe ser o crecer implícita y completa. Para ella nada hay imposible pues es el Poder consciente y la Diosa universal omnicreadora desde la eternidad y armada con la omnipotencia del Espíritu. Todo conocimiento, todas las fortalezas, todo triunfo y victoria, toda habilidad y todas las obras están en sus manos y están llenos de los tesoros del Espíritu y de todas las perfecciones y siddhis. Ella es Maheswari, diosa del conocimiento supremo, y nos trae su visión para todo género y amplitud de verdad, su rectitud de voluntad espiritual, la calma y pasión de su vastedad supramental, su felicidad iluminativa; ella es Mahakali, diosa de la fortaleza suprema, y con ella todo es potencia y fuerza espiritual y rigurosísima austeridad de tapas y rapidez para la batalla, la victoria y el júbilo, el attahasya, que convierte en luz a la derrota, la muerte y los poderes de la ignorancia: ella es Mahalakshmi, la diosa del amor y deleite supremos, y sus dones son la gracia del espíritu y el encanto y la belleza del Ananda y la protección y toda bendición divina y humana; ella es Mahasaraswati, la diosa de la habilidad divina y de las obras del Espíritu, y a ella pertenece el Yoga que es la habilidad en las obras, yogah karmasu kausalam, y las utilidades del conocimiento divino y la autoaplicación del espíritu a la vida y la felicidad de sus armonías. Y en todos sus poderes y formas ella lleva consigo el sentido supremo de todos los dominios del eterno Ishwari, una capacidad rápida y divina para todo género de acción que el instrumento le reclame, unidad, simpatía participadora, libre identidad, con todas las energías en todos los seres y, por lo tanto, una armonía espontánea y fructífera con toda la voluntad divina del universo. El íntimo sentimiento de su presencia y poderes y el satisfecho asentimiento de todo nuestro ser hacia su accionar en él y en torno de él es la perfección última de la fe en la Shakti.

 

Y detrás de ella está el Ishwara y la fe en él es lo más central de la sraddhá del Yoga integral. Debemos tener esta fe y desarrollar hasta la perfección que todas las cosas son el accionar, bajo condiciones universales, de un supremo autoconocimiento y sabiduría, que nada de lo que se hace en nosotros o en torno de nosotros es en vano o sin su lugar señalado ni su justa significación, que todas las cosas son posibles cuando el Ishwara, como nuestro Yo y Espíritu supremo asume la acción y que todo lo hecho antes y todo lo que se hará después fue y será parte de su guía infalible y previsora, y encaminado a la realización de nuestro Yoga y de nuestra perfección y nuestra obra vital. Esta fe se justificará cada vez más a medida que el conocimiento superior se abra, empezaremos a ver las grandes y pequeñas significaciones que escarpan a nuestra  limitada mentalidad y la fe se cambiará en conocimiento. Entonces veremos más allá de la posibilidad de la duda que todo sucede dentro del accionar de la Voluntad única y que esa voluntad también fue sabiduría porque desarrolla siempre el verdadero accionar en la vida del yo y la naturaleza. El supremo estado de asentimiento, la sraddhá del ser tendrá lugar cuando sintamos la presencia del Ishwara y sintamos toda nuestra existencia, conciencia, pensamiento, voluntad y acción en su mano y consintamos en todas las cosas y con toda porción de nuestro yo y naturaleza a la voluntad directa, inmanente y ocupante del Espíritu. Y esa perfección suprema de la sraddhá será también la oportunidad y fundamento perfecto de una fortaleza divina: cuando se complete, basará el desarrollo y la manifestación y las obras de la luminosa Shakti supramental.

 

 

 

(d)

Una sraddha constante, una fe, un asentimiento del corazón y la vida también son indispensables. Pero mientras estamos en la naturaleza inferior el asentimiento del corazón es matizado por la emoción mental y los movimientos vitales se acompañan de su reguero de deseos perturbadores o acuciantes, y la emoción y el deseo mentales tienden a perturbar, a alterar más o menos burda o sutilmente o a distorsionar la verdad, y siempre introducen alguna limitación e imperfección en su realización por el corazón y la vida. También el corazón, cuando se le perturba en sus apegos y certidumbres, se lo desconcierta mediante retrocesos, fracasos y convicciones erróneas, o se lo envuelve en luchas que esperan un llamado para desplazarse hacia adelante desde sus seguras posiciones, y tiene sus entorpecimientos, fatigas, pesares, rebeldías y reluctancias que obstaculizan el progreso. Debe aprender una fe mayor y más segura que brinde, en lugar de reacciones mentales, una calma o una movida aceptación espiritual de los métodos y pasos de la Shakti que en su naturaleza es el asentimiento de un profundizante Ananda a todos los movimientos necesarios y una presteza para abandonar las viejas amarras y para desplazarse siempre hacia adelante, en pos del goce de una perfección mayor. La mente vital debe dar su asentimiento a los sucesivos motivos, impulsos y actividades de la vida, impuestos en ella por el poder orientador como ayudas o campos del desarrollo de la naturaleza y también debe dar su asentimiento a las sucesiones del Yoga interior, pero no debe apegarse ni reclamar un alto en parte alguna, sino que debe estar siempre preparada a abandonar la vieja urgencia y a aceptar con la misma integridad de asentimiento los nuevos movimientos y actividades superiores, y debe aprender a reemplazar al deseo con un Ananda amplio y brillante en toda la experiencia y la acción. La fe del corazón y la mente vital, como la de la inteligencia, deben ser capaces de constante corrección, ampliación y transformación.

 

Esta fe es esencialmente la secreta sraddhá del alma, y es traída cada vez más a la superficie y allí es satisfecha, sostenida y acrecentada por una creciente seguridad y certidumbre de la experiencia espiritual. Aquí también la fe debe estar desapegada en nosotros, una fe que esté al servicio de las Verdades y preparada para cambiar y ampliar su comprensión de las experiencias espirituales, para corregir las ideas equivocadas o semiverdaderas acerca de aquéllas y para recibir interpretaciones más iluminadoras, para reemplazar las intuiciones insuficientes con intuiciones más suficientes, y para fundir las experiencias que, en su momento, parecieron finales y satisfactorias, en combinaciones más satisfactorias con nueva experiencia, mayor amplitud y trascendencia. Y en especial en los dominios psíquicos y en los otros dominios medios hay muy vasto espacio para la posibilidad de descarrío y a menudo del cautivante error, e incluso aquí tiene su utilidad cierta cantidad de positivo escepticismo y en todos los casos una gran cautela y escrupulosa rectitud intelectual, pero no el escepticismo de la mente ordinaria que equivale a una negación inhabilitante.

 

 

 

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